Segunda Guerra Mundial
viernes, 7 de noviembre de 2014
Principales actores
Principales actores
Aliados
Wiston Churchill
Sin lugar a dudas, una de las figuras
clave del siglo XX. Su larga trayectoria política abarca desde su primera
elección como diputado en 1904 hasta su último periodo como primer ministro en
1951. Gran figura del partido conservador británico, aunque también pasó por
las filas del partido liberal.
Su trascendencia histórica se debe
indudablemente a su papel en la Segunda Guerra Mundial, cuando dirigió al Reino
Unido en su lucha contra Hitler. Durante el periodo de entreguerras Churchill
fue poco comprendido. Furibundo conservador, sus medidas contra la huelga
general de 1926, su apoyo a Eduardo VIII o su no disimulada simpatía por Franco
le hicieron muy impopular entre la clase obrera británica. Sus advertencias
ante la amenaza hitleriana y su posición favorable al rearme chocaron con una
opinión pública mayoritariamente pacifista en los años treinta. Comentando su
actitud ante un eventual ascenso al poder de Hitler, afirmó: "Si un perro
se abalanza contra mí, le pego un tiro antes de que me muerda". Apartado
de la política activa y aislado en su partido fue un crítico inmisericorde de
la política de Chamberlain. Su comentario ante el Pacto de Munich fue el
siguiente: "¿Cómo han podido hombres tan honorables y experimentados (...)
avenirse a una política tan cobarde?".
Churchill alentó a la búsqueda de una
gran alianza con Rusia y Francia que frenara el expansionismo nazi. El pacto de
no agresión germano-soviético puso fin a esta esperanza.
Tras la anexión de Checoslovaquia, la
postura largamente defendida por Churchill de firmeza ante Alemania se reveló
como la correcta. Al estallar la guerra, fue nombrado Primer Lord del
Almirantazgo y tras la invasión de Francia fue nombrado Primer Ministro.
Churchill formó un gobierno de unión
nacional en el que que él desempeñó también el papel de ministro de Defensa. En
su primer discurso ante la Cámara de los Comunes, el 13 de mayo de 1940,
pronunció su célebre discurso en el que, tras afirmar que no tenía nada que ofrecer al pueblo británico
"excepto sangre, sudor y lágrimas", consiguió unir al pueblo
británico en su esfuerzo de guerra contra Hitler.
Buscó desde un principio la alianza con
Estados Unidos y su relación personal con Roosevelt facilitaron la progresiva
implicación norteamericana. En agosto de 1941, en su primer encuentro con el
presidente de EE.UU., firmaron Placentia Bay,
Terranova, la Carta del Atlántico, declaración común de principios.
Pese a su postura anticomunista, no
dudó en buscar la alianza con Stalin. Churchill, fue, en definitiva, el gran forjador
de la "Gran Alianza", EEUU, URSS y el Imperio Británico, que llevó a
la victoria de los Aliados en la segunda guerra mundial. Como líder británico,
participó en las distintas cumbres de los Aliados a lo largo de la guerra.
Sin embargo, en 1945 fuera derrotado en
las elecciones por el laborista Atlee, quién le sustituyó en la Conferencia de
Potsdam que se estaba celebrando en aquellos momentos.
Franklin D. Roosevelt
Aunque en la Conferencia Económica
Internacional de Londres en 1933 negó el apoyo norteamericano a una política de
estabilización monetaria internacional, optando por soluciones de claro
nacionalismo económico, Roosevelt fue un hombre claramente preocupado por las
cuestiones internacional. Además de lanzar la política de buena vecindad con
respecto a Latinoamérica, llegó a acuerdos de estabilización monetaria con Gran
Bretaña y Francia en 1936 y reconoció al gobierno de la URSS, algo a lo que se
habían negado todos las anteriores administraciones norteamericanas.
El dominio de los aislacionistas en el
Congreso propició la Ley de Neutralidad de 1935. Aunque Roosevelt la aceptó, ya
en 1937 propuso que las naciones amantes de la paz debían establecer una
especie de "cuarentena" a las potencias agresoras. Aunque,
aparentemente sólo pensaba en la ruptura de relaciones diplomáticas, la
reacción en el país fue tan grande y rápida que el presidente debió desdecirse
y volver a una política de estricta neutralidad.
A partir del estallido del conflicto,
Roosevelt convenció al Congreso para tomar medidas de creciente implicación en
apoyo de las democracias, especialmente al Reino Unido cuando esté quedó solo
frente a Hitler, tras la derrota francesa. La Ley de Préstamo y Arriendo, en
marzo de 1941, y la firma con Churchill de la Carta del Atlántico, en agosto de
1941, son buenos ejemplos de esta actitud.
Finalmente, el bombardeo de Pearl
Harbour precipitó el ingreso en la guerra de la gran potencia norteamericana y
llevó a Roosevelt a convertirse en el líder de los Aliados. En enero de 1943
impuso la idea de una "rendición incondicional" de Alemania como la
única posible salida al conflicto.
Roosevelt, con la ayuda de su
secretario de Estado, Cordell Hull, llevó personalmente la política
internacional norteamericana. Reforzó la "relación especial" con Gran
Bretaña y buscó prolongar la Gran Alianza con el Reino Unido y la URSS tras la
victoria, creando un sistema de seguridad colectiva inspirado en los principios
de la Carta del Atlántico.
Enfermo y próximo a su muerte,
participó, entre otras, en la
Conferencia de Yalta, en febrero de 1945, en la que según sus críticos fue
demasiado comprensivo con las ambiciones de Stalin (www.historiasiglo20.org).
Jose Stalin
Tras implantar su brutal dictadura y
lanzar a la URSS hacia la industrialización, sin reparar en ninguno momento en
los costes sociales, Stalin practicó una errática política internacional.
Desde 1928 impulsó una política
izquierdista denominada de "clase contra clase", que provocó un
conflicto frontal con la socialdemocracia europea, lo que facilitó grandemente
el ascenso de Hitler al poder. Algunos jerarcas de la Komintern llegaron a
celebrar el ascenso de Hitler a la cancillería como la muestra de que el
capitalismo había llegado a su estadio final y estaba maduro para derrumbarse.
La evidencia del error se fue haciendo
tan grande que finalmente Stalin giró hacia una nueva política exterior
concretada en el VII Congreso de la Internacional Comunista en 1935. Ahora se
trataba de acercarse a las democracias occidentales para tratar de frenar el
expansionismo nazi. Litvínov fue el mejor representante de esta nueva dirección
política que tuvo su mayor ejemplo en los frentes populares en Francia y
España.
La política de apaciguamiento y su
consecuencia, el pacto de Munich, precipitaron un cambio radical en la política
soviética, cambio en el que Stalin había
venido pensando bastante tiempo antes, la búsqueda de una acomodo con Hitler.
La destitución de Litvínov y el ascenso de Molotov en el Comisariado de
Exteriores marcaron el nuevo rumbo que desembocó en el Pacto de no agresión
germano-soviético. Consecuencia inmediata fue que en septiembre de 1939,
Hitler, tras repartirse las influencias en la Europa oriental con Stalin, se
lanzara a la invasión de Polonia.
Sin embargo, el enfrentamiento entre el
nacionalsocialismo y el comunismo soviético había sido simplemente pospuesto
(www.historiasiglo20.org).
Eje
Adolfo Hitler
Pese a que nunca había estado en el
extranjero ni hablaba ningún idioma, Hitler consideró siempre la política
exterior como algo de su exclusiva competencia. Su desconfianza llevó a que
prescindiera progresivamente de los servicios de los diplomáticos profesionales
alemanes.
Hitler desarrolló su visión sobre la
política exterior germana en el Mein Kampf. La alianza con Gran Bretaña, cuyo
imperio veía como un símbolo de la superioridad de la raza germánica, e Italia,
donde gobernaba su admirado Mussolini, serviría para hacer frente a su
"mortal enemigo", Francia. Los grandes territorios de la Europa
oriental y la URSS servirían como territorio de expansión a un pueblo alemán en
búsqueda de su "lebenraum" (espacio vital).
Desde 1933 Hitler llevó a cabo una
política internacional expansionista destinada a destruir el orden de
Versalles. Abondonó la Sociedad de Naciones en 1933 e inició el rearme en 1935.
Tras remilitarizar Renania, intervino junto a Mussolini en la guerra civil
española en 1936. Esta colaboración llevó a la formación ese mismo año del Eje
Roma-Berlín. Ese mismo año firmó el pacto Antikomintern con Japón.
Aprovechando la errónea política de
apaciguamiento aplicada por las democracias, desde 1937 se lanzó a una política
expansionista que tenía como objetivo último la guerra general. En 1938,
consiguió el ansiado "Anschluss", con la anexión de Austria, y, tras
el pacto de Munich, la ocupación de los Sudetes.
La invasión de Checoslovaquia mostró
claramente sus intenciones expansionistas e hizo abandonar a Gran Bretaña y
Francia la suicida política de apaciguamiento.
Ante la inminencia de la guerra, firmó
en agosto de 1939 el Pacto de no agresión germano-soviético. Días después, el 1
de septiembre de 1939 Alemania atacó Polonia lo que precipitó la entrada en
guerra de Francia y Alemania. La segunda guerra mundial se había iniciado.
Desde un principio, Hitler acaparó las
grandes decisiones estratégicas de la guerra, a menudo en contra de la opinión
de sus generales. Las victorias de los primeros años le llevaron a tomar
medidas catastróficas dictadas a veces más por planteamientos ideológicos que
por cálculos estratégicos. El ataque a la Unión Soviética llevó a la batalla de
Stalingrado, catástrofe bélica que cambió el curso de la guerra y que, en buena
medida, fue motivada por la testaruda actitud del Führer, empecinado en
mantener la ciudad que llevaba el nombre del dictador soviético.
La política de exterminio contra la
población judía o la actitud criminal del ejército alemán en el frente oriental
fueron impulsadas también desde la cancillería del Reich. Hitler veía la guerra
como la oportunidad de llevar a cabo los delirios racistas y criminales que
había recogido en su libro "Mein Kampf".
En julio de 1944 sobrevivió a un
atentado en su cuartel general de Prusia oriental. El coronel Claus von
Stauffenberg y otros militares fueron inmediatamente ajusticiados. El propio
Rommel se vio forzado al suicidio.
Aquejado de problemas de salud, Hitler
se encerró en enero de 1945 en su bunker en la cancillería del Reich en Berlín.
Con las tropas soviéticas en Berlín, Hitler finalmente asumió la inevitabilidad
de su derrota. El 29 de Abril se casó con su amante Eva Braun, dictó su
testamento político nombrando al almirant Dönitz jefe del estado y Goebbels
canciller y, finalmente, se suicidó tomando un veneno el 30 de abril de 1945.
Pocos días más tarde el Reich alemán aceptó su rendición incondicional
(www.historiasiglo20.org).
Benito Mussolini
Tras acceder al poder en 1922 tras la
Marcha sobre Roma ,Mussolini estableció en pocos años una dictadura fascista de
partido único.
Su política exterior en los primeros
años no tuvo una clara dirección
(Tratados de Locarno, Frente de Stressa), sin embargo, con la invasión
de Etiopía en 1935, optó por una política expansionista que le llevó a la
alianza con Hitler (intervención conjunta en España y formación del Eje
Roma-Berlín en 1936, adhesión al Pacto Antikomintern en 1937 y firma del Pacto
de Acero en 1939).
Tras invadir Albania en 1939, entró en
la Segunda Guerra Mundial en 1940 cuando Francia estaba a punto de capitular.
Las derrotas militares de las tropas italianas propiciaron el golpe de estado
dirigido por el general Badoglio que le desalojó del poder en 1943.
Destituido y hecho prisionero, fue liberado por un comando alemán. Estableció en
el norte de Italia la República Social Italiana, con capital en Salò. Esta
brutal dictadura solo subsistió por el apoyo germano.
Capturado por guerrilleros
antifascistas cuando trataba de huir hacia Alemania, murió fusilado en abril de
1945 (www.historiasiglo20.org).
Hirohito
Hijo del emperador Yoshi-Hito, ascendió
al trono en 1925. Aunque según las leyes japonesas era el depositario del poder
ejecutivo y jefe del ejército, en la práctica, perdió su control tras la
invasión de Manchuria en 1931. En adelante, la cúpula militar fue la que
dirigió una política internacional cada vez más agresiva y expansionista.
Hiro-Hito legitimó con su aprobación las sucesivas agresiones que culminaron
con el ataque sobre Pearl Harbor y la entrada de Japón en la segunda guerra
mundial en 1941.
Ante la marcha de la guerra y
aprovechando las disensiones internas del bloque de poder en Tokio, consiguió
imponer en julio de 1944 la dimisión del general Tojo al frente del gobierno.
Hiro-Hito mantenía la esperanza de entablar conversaciones de paz con los
Aliados.
Tras las bombas de Hiroshima y Nagasaki
y la entrada en guerra de la URSS, impuso la aceptación de la capitulación de
acuerdo con las condiciones establecidas por los aliados en la Conferencia de
Potsdam. Estas condiciones garantizaban su mantenimiento en el trono imperial.
Los norteamericanos consideraron que el
mantenimiento de la institución imperial y su cooperación con la potencia
ocupante era un requisito esencial para la pacificación de la sociedad
japonesa. Tras la guerra y hasta su muerte Hiro-Hito no jugó ningún papel
político real en Japón. Lo mismo puede decirse de su hijo Akihito, quien le
sucedió tras su muerte (www.historiasiglo20.org).
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